La importancia del papel, el retorno al ser humano

Cielo
INÉS GICH BENGURÍA INÉS GICH BENGURÍA Estudiante de Bellas Artes y Diseño en la Universidad
Francisco de Vitoria – Cantautora en Madrid – Escritora.

En el tejido de nuestras memorias, se encuentran los recuerdos impregnados del aroma a tinta fresca, aquel olor evocador del periódico recién llegado a nuestras manos; ese instante donde el corazón palpitaba con fuerza al deslizar nerviosamente la carta de amor dirigida a una persona especial, sintiendo el vértigo de la espera de su respuesta; ese momento sublime de cerrar por primera vez la novela que nos ha acompañado durante tanto tiempo, la sensación del papel entre los dedos, una experiencia sensorial que trasciende lo meramente visual.

Recordemos también las postales que llegaban de lejanas tierras, regalándonos fragmentos de otros lugares y tiempos. Y no podemos olvidar aquellos pequeños aviones de papel, insignes obras de ingeniería infantil, creados para salir triunfantes en carreras con amigos que unían la creatividad y la diversión en un mismo vuelo. Cada uno de estos momentos, cada una de estas memorias, ha sido tejida por el papel.

El privilegio de conectar con Pablo Vierci

Vivimos en tiempos de “bits y bytes”, en los que se prefiere la inmediatez a la calidad, a la experiencia, al proceso mágico que ocurre desde la contemplación, la exploración y conocimiento de los materiales y dejar tu huella en lo que haces.

Uruguay es uno de los pocos países que apuesta valientemente por la autenticidad. Hoy, desde España, y más específicamente desde la bulliciosa capital, reflexiono sobre la creciente inclinación de la sociedad hacia la modernización y la digitalización, relegando al papel a un segundo plano. No obstante, en medio de esta vorágine tecnológica, me encuentro verdaderamente fascinada por la capacidad uruguaya de resistir a la homogeneización cultural y mantener viva su rica visión humanista del mundo y su libertad.

Diego Martínez, editor de La Llegada, personifica la perseverancia y la pasión por preservar la cultura. Su dedicación incansable es un faro que ilumina el camino para muchos, incluyéndome a mí. Desde mi primer encuentro con mis raíces, cuando viajé a conocer Uruguay en 2019, he sentido una conexión profunda con esta tierra y su historia. Además, durante este último año, he tenido el privilegio de conectar con Pablo Vierci, cuya obra “La Sociedad de la Nieve” refleja su sensibilidad excepcional y ha sido una guía fundamental en mi travesía creativa. Ambos son guardianes incansables de la cultura uruguaya, catalizadores de inspiración que trascienden sus respectivos campos de trabajo.

Redescubrir el valor del papel

Es por eso que no me sorprendió en absoluto cuando supe que se ha iniciado un movimiento que pretende redescubrir el valor del papel como medio de comunicación. En este retorno al papel, encontramos también un retorno al ser humano. Es como si, al abrazar nuevamente el papel, estuviéramos reconectando con una parte esencial de nuestra humanidad, una parte que se había perdido en el frenesí digital. Es un recordatorio de que, en última instancia, somos criaturas de la palabra impresa, de la tinta que plasma nuestras ideas y emociones en un soporte tangible y duradero. Es un llamado a apreciar la belleza de lo analógico en un mundo cada vez más digitalizado.

En contraste con la frialdad de la pantalla, aquí no hay espacio para simples correcciones y estandarizaciones; cada trazo, cada palabra, es reflejo de nuestro alma y expresión más pura de la humanidad. Es un acto de autenticidad, de compartir nuestras experiencias, nuestras pasiones, nuestras emociones más profundas. Una mancha de tinta que inunda la última letra de la frase “Te quiero”, es testigo de la lucha entre el sentimiento y el valor, de la resistencia de esta a ser plasmada. La ligadura entre las letras, como hilos que unen el pasado y el presente, revela esa emoción conmovedora que ansía ser escrita.

Esa lágrima, apenas perceptible, que deja su huella arrugando el papel, marca así un instante íntimo entre la pluma y el papel. Cada detalle de la letra, cada curva y cada arco, lleva consigo el peso de las heridas y secretos del alma que se traduce en ese deseo ardiente de dejar por escrito la verdad.

El papel es la piel de las ideas que se arruga con el tiempo, es el testigo de la paz y la guerra, la melancolía de lo que podría haber sido y nunca será, una puerta que se abre al alma de quien la toca, una manifestación de la artesanía y la dedicación humana, una invitación a explorar, a crear, a dejar nuestra huella en el mundo.

Y aquí va mi pregunta para usted ¿Somos capaces de olvidarnos completamente de nuestra esencia? ¿Estamos dispuestos a abandonar nuestra historia y renunciar a este invaluable legado de conocimiento? Nuestra historia ha sido plasmada en papel, ¿por qué tendríamos que parar ahora? Que la historia continúe, impresa en el eterno legado del papel.